SUMMARY
En este trabajo abordamos sólo la dimensión política del laicismo –no la cultural–, bien que Tocqueville fuera partidario destacado de ambas manifestaciones. Al abordar el hecho religioso, el autor de La democracia en América no se interesa en su dimensión teológica, sino en la puramente social. La religión juega aquí un papel estabilizador, tanto en la vida del individuo como en la de la comunidad. De hecho, su irrupción en la vida pública tiene lugar cuando se analizan las “causas principales”, entre las que se enumera, que preservan la república democrática. Su crucial importancia, ya insinuada en el rápido elenco de sujetos sobre los que actúa, se realza cuando se constata que su influencia abarca tanto el ámbito del pensamiento como el de la acción. Es eso lo que se analizará a continuación. Ahora bien, en nuestra crítica no sólo ponemos de manifiesto el supuesto de la confinación de la mujer al interior del hogar, exigido por su doctrina, o la expulsión del ateo del reino de la humanidad, al ser identificado como un vástago del demonio en un reino tan religioso como el de la sociedad americana, sino, igualmente, que la función de la religión como contrapunto a la pasión del bienestar pueda ser llevada con un mínimo de éxito.