SUMMARY
Juan L. Ortiz delinea con su poesía el mapa de un territorio simbólico que él llama “país del sauce". Ese territorio se insinúa siguiendo las líneas que las formas de su escritura sugieren, líneas a veces caprichosas, por momentos crípticas; líneas que bosquejan, por ejemplo, la figura de un laúd, en lo que no puede dejar de ser leído como, quizás, una sutil alusión a la naturaleza musical del paisaje provincial, tal como lo vive –y lo lee– Ortiz. Subyace al trazado de su poesía una “zona”, un “país”, formas ganadas para el mundo en la paciente e incesante deriva de una obra que ha edificado (se ha edificado en) su propio orbe.