SUMMARY
Este comentario no tiene tamaña ambición pero admite que, entre dicción e interpretación, hay siempre un infinito de lecturas, inexorable interpretación de la interpretación. Ahora bien, digamos, para empezar, que la racionalidad de la ficción reside, como sabemos, en la sintonía de apariencias y expectativas. Todo estado nos lleva así a su complemento y lo que antes era ignorado se vuelve ahora conocido. Fortuna e infortunio, lo esperado y lo inesperado, saber y no-saber, sostienen la matriz conceptual de la ficción clásica de Occidente. Podemos imaginar entonces que haya entre esos dos extremos un vínculo necesario o verosímil; pero, en la práctica, cabe por el contrario a la verosimilitud, es decir, a la ficción, probar la existencia de la realidad porque la memoria misma enlaza la evidencia de los hechos y el vestigio de los derechos.