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Shakuhachi: de arma de combate e ferramenta religiosa a instrumento musical

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O shakuhachi foi levado da China para as terras japonesas no século VII. Por diversas ocasio~es sofreu mudanc¸as em sua estrutura física, tais como alterac¸o~es no tamanho, número de furos e material utilizado em sua fabricac¸a~o. Além disso, fez parte de diferentes contextos ao longo do tempo, tendo participado da música de corte gagaku, sendo utilizado como ferramenta religiosa, arma de combate e instrumento musical. A flauta de bambu se particulariza por sua sonoridade rica em harmo^nicos e pela possibilidade de produzir efeitos sonoros específicos como, por exemplo, o muraiki (explosa~o de ar) e meri kari (descer/subir a afinac¸a~o). Este artigo sumariza o desenvolvimento histórico do shakuhachi conforme estudos de Kamisango (1988), Kitahara et al (1990) e Lee (2009) e conclui com uma breve considerac¸a~o sobre sua presenc¸a no Brasil. 

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Dr. Pedro Díaz MendozaDr. Pedro Díaz MendozaDr. Pedro Díaz Mendoza, la utilidad de su virtud1923 – 2016"Los médicos deberían tener siempre llenas de besos las manos", expresó José Martí para agradecer a quienes practican el noble sacerdocio, y nos atrevemos a añadir que, para aquellos que intervienen en el alumbramiento y toda la atención al nuevo ser, la veneración es mensaje eterno de cada madre.Ante la desaparición física del doctor Pedro Díaz Mendoza, tras décadas de entrega a la Obstetricia y Ginecología en la provincia, pensamos en tanto agradecimiento disperso por todo el territorio y fuera de este, manifestado o no, que hoy queremos mostrar en Guerrillero, con palabras sentidas de quienes le conocieron y hechos que muestran al eminente hombre de ciencias y gran ser humano.El doctor Díaz Mendoza dejó de existir el 19 de marzo, justo cuando el sol llegaba a su zenit, y confió como mejor legado su ejemplo a las muchas generaciones de estudiantes de Medicina, a quienes adentró en su especialidad, en la perseverancia en la atención a cada caso, la mano extendida a quien llegara en busca de su experiencia y ese orgullo de ser útil en su tierra, cuando la mayoría de su generación partió hacia otras.A su San Luis natal, a la finca Guaynacabo donde nació el 16 de noviembre de 1923, siempre volaban sus recuerdos y pidió que cuando llegara la muerte, quería su reposo en aquellas tierras que veneró. Así se hizo.Arribó a los 90 años activo como médico, profesor consultado por muchos colegas y asesor del Programa de Atención Materno Infantil en los últimos momentos hasta el retiro no deseado, pues esperaba jubilarse solo con la muerte por su gran lucidez y competencia ante casos de su especialidad."El haber servido mucho obliga a seguir sirviendo; en estos años he trabajado con fervor y dedicación, asistiendo a la mujer pinareña y enseñando a las nuevas generaciones de ginecobstetras, y así quiero terminar mis últimos años de vida aquí en mi Patria", cita esta que extrajimos de la autobiografía del también miembro de honor de la Sociedad Cubana de Obstetricia y Ginecología.También reconoció nuestro Martí que la Medicina, como el Derecho, es una profesión de lucha y se necesita de un alma bien templada para desempeñarla con éxito, pues las diarias miserias morales y materiales, el combate con la sociedad y con la naturaleza, hace mal a las almas pequeñas mientras que "es revelación de cosas altas en almas altas y hermosas".Sus discípulos y compañeros de trabajo dieron testimonio de su entrega cotidiana cuando fue designado como primer director al triunfo de la revolución y muestra del legado del profesor que siempre fue en el hospital provincial de maternidad Justo Legón Padilla, una persona maravillosa, modesta, sencilla y muy ética como profesional."Predicaba con la palabra y cumplía con acciones. Fue de los que se quedaron y se comprometió con la salud de este país y con la Revolución; viajó en varias ocasiones a Estados Unidos a ver a su familia pero enseguida regresaba. Se rinde  homenaje a un hombre grande de la Medicina cubana y de la Ginecobstetricia".Graduado de médico en 1951 ocupó una plaza de interno en la Casa de Socorro de Pinar del Río hasta 1957, que pasó a la clínica mutualista Centro Médico integrado al servicio quirúrgico como ginecobstetra y mantenía una consulta privada. Pero en esa convulsa etapa para el país Pedrito, como le nombraban respetuosamente, no fue solo médico, resultó detenido en La Habana en 1953 por sus actividades al ser parte del sector profesional del Movimiento 26 de Julio (Resistencia Cívica), guardó armas en la finca de su padre en San Luis y cooperó en la Huelga de Abril.Al triunfo de la Revolución renuncia a su plaza en el Centro Médico, cierra su consulta particular y la dirección provincial del 26 lo ubica al frente del Hospital Provincial de Maternidad, como su director en 1960 junto a otras responsabilidades asignadas en la entonces Dirección Provincial de Salud Pública.De los primeros en incorporarse a las Milicias Nacionales Revolucionarias como médico de batallón y a los Comités de Defensa de la Revolución, movilizado en los grandes momentos de octubre y de Girón, orgulloso de haber participado en zafras cañeras y cosechas tabacaleras y ser fundador del Partido Unido de la Revolución Socialista.Se le reconoce al doctor  Díaz Mendoza a una persona que siempre regresaba a su origen, con ofertas de trabajo en la capital pero nunca quiso dejar la provincia, y aunque ejerció la medicina privada no la entendía y a muchos trató de forma gratuita."Fue el más joven de siete hermanos, su padre era dueño de finca, pero solo tres pudieron estudiar. Él estuvo siempre al servicio de la comunidad y enfrentó situaciones difíciles con valentía y modestia. Sus problemas los resolvía solo y no le gustaba ocupar a los demás. Si hay algo que no pudo soportar fue su jubilación, me decía que la muerte lo encontraría trabajando”  ."Fue un ser humano con virtudes muy superiores a los defectos que pudo tener, y en él vale la frase de Martí que asegura que la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida"."Nunca se quejó, pero sufrió la negativa del aumento salarial y debió jubilarse. Cada vez que alguien venía le alegraba hablar de su especialidad, ayudar a quienes le consultaban".Fueron muchos los hechos en nueve décadas de vida para llenar de besos tan buenas manos, las mismas que señalaron el mejor proceder a tantas generaciones de médicos pinareños. Al eminente doctor Pedro Díaz Mendoza, especialista de segundo grado en Ginecobstetricia, gracias en nombre de tantas familias pinareñas.

Joaquín Hilario Pérez Labrador    

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Pedro Henrique Lessa Torres    

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Con un esfuerzo sin tregua logra la construcción hasta inaugurar en septiembre de 1954 la Cooperativa Médico Quirúrgica instalada al nivel de las modernas exigencias de la práctica médica de la época bajo el sistema del mutualismo, deasociados, ubicada en la calle Martí esquina Cabada, hoy ocupada por dependencias administrativas de la Dirección Provincial de Salud. Al triunfo de la Revolución es nacionalizada la clínica, y se integra al naciente sistema de salud pasando a trabajar en la subdirección del Hospital Regional Pepe Portilla, antiguo Sanatorio Colonia Española, hoy hospital provincial pediátrico, hasta ser designado, por su experiencia, para dirigir el recién construido e inaugurado por el Comandante del Ejército Rebelde Julio Camacho Aguilera, policlínico comunitario Raúl Sánchez, en la actual ubicación del renovado centro de salud en la capital pinareña. Comprometido con las ideas del Programa del Moncada, su experiencia organizativa y en administración junto a sus cualidades humanas y profesionales, permitió convertir el centro asistencial en el primer policlínico Vanguardia Nacional de la provincia. Por sus experimentados logros fue promovido a director del primer policlínico comunitario docente de la provincia, el Pedro Borrás Astorgas, y más tarde le correspondió asumir la dirección del nuevo policlínico comunitario docente Hermanos Cruz, construcción modelo de su tiempo convertida en uno de los mayores en extensión y población del país. Luego se dedicó a la organización y dirección del magnífico Hospital Provincial de Becados ubicado en el Instituto Pre Universitario Vocacional Federico Engels hasta su jubilación desarrollando en esas etapas como decisor múltiples tareas como asesor de los noveles directores de salud en el municipio y la provincia Pinar del Río. En la lucha contra la tiranía batistiana, participó en actividades asignadas en la clandestinidad como aseguramientos de medicamentos para las guerrillas pinareñas, atención y traslado de heridos y otras actividades afines que garantizaron la supervivencia a combatientes. Al triunfo de la Revolución, le correspondió el recate e identificación de los restos del doctor Isidro de Armas, médico que incorporado a la guerrilla del Comandante Dermidio Escalona, jefe de la columna «Hermanos Saínz» en la cordillera de Los Órganos, murió heroicamente en combate en Los Palacios, siendo el único médico muerto en combate en la lucha insurreccional del Movimiento 26 de Julio. Integró el equipo que organizó la ubicación territorial de los restos mortales de los combatientes pinareños internacionalistas fallecidos en misiones internacionalistas. Su experiencia organizativa en el sistema de salud, servicios y administración fueron muy importantes en los decisivos primeros años para la dirección en esa esfera que comenzaba. Sin abalar aun en toda su magnitud su trascendencia, se le reconoce la destacada participación junto al también fallecido doctor Miguel Ángel Moya en la confección del Libro Rojo de Información Estadística de Atención Primaria que creó las bases para el desempeño de los directores, con la recolección, manejo y procesamiento de todos los datos e indicadores médicos, estomatológicos y epidemiológicos necesarios para la toma de decisiones en los diferentes niveles del sistema nacional de salud, indudable documento a considerar como probada utilidad en la base de la reconocida calidad de la información sanitaria cubana por instituciones mundiales. Jubilado, junto a un grupo de valiosos médicos pinareños los doctores Carlos Castellanos Blanco, José Manuel Inguanzo Puentes, Jesús Rafael Contreras Cué y Arsenio Bringas Carvajal y la escritora e historiadora Milagros Fernández Vera, las enfermeras Olga Alarcón Ulloa y Caridad Cárdenas Rodríguez y el técnico de laboratorio, licenciado Efraín Martínez Andreu, se dedicaron a estudios sobre historia de la Medicina en la provincia legando importantes trabajos, entre estos Apuntes históricos de la salud pública en Pinar del Río. 1819-1959, publicado en Cuadernos de Historia de la Salud Pública No.77 (1992) y Ensayo para la determinación de las tasas de mortalidad infantil y general y otros aspectos médico-sociales en Pinar del Río, 1958, entre otros inéditos, como respuesta a una convocatoria del líder histórico de la Revolución sobre el estudio de la verdadera tasa de mortalidad infantil de la provincia. Retirado, en su domicilio, no cejó de colaborar con profesionales, alumnos, profesores e historiadores sobre temas y hechos de la salud pública en que, como protagonista, participó. En varias ocasiones expresó a su amigo personal el doctor René Hernández y otros colegas que le frecuentaban, el entusiasmo que le proporcionaba su colaboración con las personas e instituciones que acudían enbusca de información testimonial, consciente de la importancia que representaba ese legado para las actuales y futuras generaciones. Junto a su féretro cubierto por la bandera cubana se mostraron los innumerables reconocimientos que le fueron otorgados, entre estosla de Combatiente de la Clandestinidad, medallas por las Fuerza Armadas Revolucionarias, del Ministerio del Interior, del Sindicato de la Salud, de la Universidad de Ciencias Médicas de Pinar del Río, y del Consejo de Estado por la Educación junto amuchas otras. Su afable y serena actitud en su vida profesional y laboral debiera ser documentada como un ejemplo altruista de desinterés material, que supo colocar a la disposición de su pueblo y de todos los que tuvieron la necesidad de una consideración a partir de la experiencia acumulada durante años de servicio, con un principio rector como máxima de su obra como un indudable salubrista como acostumbraba a decir: "… siempre es mejor dar que pedir…" y lo cumplió a cabalidad hasta el final de su vida. A su viuda, hijos, familiares y amistades que le brindaron merecidos afectos sirva esta semblanza como un recuerdo entusiasta a su memoria, como siempre lo fue, descansa en paz amigo doctor.

Joaquín Hilario Pérez Labrador    

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