SUMMARY
Gran parte de la literatura argentina de las décadas del sesenta y el setenta se configuró como una “literatura de la lagrimita”, expresión utilizada por Leónidas Lamborghini. El culto al sacrificio, la santificación de los muertos, la erotización de la violencia y del dolor son algunas inflexiones recurrentes durante esos años, quizás una de las etapas más sangrientas de nuestra historia. Roberto Santoro se distancia de esas modulaciones elegíacas y apuesta por el humor negro, la ironía y la risa para caracterizar y denunciar a los militares o recordar a las víctimas. Este artículo propone rastrear los modos en que su poesía articula con el humor y con la política y, al mismo tiempo, da lugar a un discurso crítico, irreverente y lúdico. Para eso, nos detendremos en los textos que van de fines de los sesenta, pasando por su última publicación en vida, No negociable (1975), hasta algunos papeles póstumos (1976-1977).