SUMMARY
La contaminación ocasionada por las actividades humanas representa un problema para la homeostasis ambiental. Por esta razón la necesidad de aplicar tecnologías que permitan solucionar esta problemática se ha convertido en una prioridad. En este sentido la fitorremediación se presenta como una opción viable para llevar a cabo la estabilización y extracción de uno de los contaminantes más persistentes en el suelo; los metales pesados. Así lo dejan de manifiesto varias investigaciones que han demostrado el potencial de algunas especies de plantas para tratar este tipo de contaminantes. Las especies a utilizar en fitorremediación deben contar con la capacidad de tolerar altas concentraciones de elementos como el As, Cd, Cr, Co, Mn, Ni, Pb, Se, Ta y Zn, esto al emplear eficientemente estrategias basadas en la exclusión o la acumulación. Aunque la tolerancia a estos últimos es fundamental, varios autores han señalado que existe la necesidad de utilizar especies con la capacidad de resistir los factores abióticos de los sitios a tratar, tales como un alto contenido de sales, temperaturas extremas y una baja disponibilidad de agua. Esto es importante puesto que los factores antes mencionados condicionan el crecimiento y desarrollo de las plantas al limitar la cantidad de nutrientes que son absorbidos por las raíces, inhibir la actividad fotosintética u ocasionar marchitez por deshidratación, situaciones que, dificultan la continuidad y el éxito de los procesos de fitorremediación.