SUMMARY
El escenario de la crisis de la educación chilena puede ser leído desde el punto de vista de los desafíos que impone la facticidad de la violencia estructural y la violencia simbólica que sufre el sistema y los actores que viven su experiencia escolar. Este desafío estuvo presente en el momento constituyente y en las discusiones por una nueva carta magna. No obstante la comunicación en este caso resultó trabada y las lecturas sobre educación se conjugaron más bien en la conservadora discusión entre el derecho a la educación y la libertad de enseñanza. No obstante, desde una filosofía y desde una Ética Latinoamericana de la Interculturalidad -como la del filósofo chileno Ricardo Salas Astrain- es posible abrir nuevos horizontes de sentido, de reflexividad, y de propuestas argumentativamente relevantes.