SUMMARY
Construimos fronteras con supuesta base biológica y derivamos juicios morales de ellas. Asimismo, suponemos que fueron nuestras emociones —el miedo, el asco o la rabia— las que nos llevaron a tal error, especialmente cuando nos damos cuenta de la inconsistencia lógica de derivar juicios morales de dichas fronteras. En consecuencia, solemos identificar emociones con prejuicios, creencias u opciones falaces de las que más nos valdría librarnos.Sin embargo, como se tratará de argumentar a continuación, las emociones no son la causa del problema. Primero, porque el marco conceptual clásico dicotómico en el que razón y emoción son dos polos opuestos regidos por una tensión irreconciliable es a su vez cuestionable. Segundo, porque las emociones, en cuanto alarmas transmisoras de información relevante, pueden ser un elemento tremendamente útil en la identificación y superación de las discriminaciones surgidas de las fronteras dicotómicas. Así, el objetivo de este trabajo es analizar la relación de estos tres elementos, a saber, fronteras biológicas, juicios morales y emociones y, finalmente, argumentar a favor de las conexiones entre razón y emoción, mostrando los posibles beneficios de remplazar el modelo dualista por uno relacional.