SUMMARY
El milenario sistema milpero, practicado por las culturas mesoamericanas durante más de cinco mil años, es un sistema sustentable, productora de alimentos, saberes, significaciones y conocimientos, que hoy en día conforma el llamado "patrimonio biocultural" de México. Este sistema, también conocido como tumba-roza-quema, emplea la rotación de campos y el barbecho, en lugar de la rotación de cultivos, para gestionar de manera eficiente los recursos naturales y mantener la productividad de la tierra. Las áreas boscosas se desmontan, se cosecha los sembrados durante dos o tres temporadas, y luego se abandonan para dejar que se regenere la vegetación natural de la selva (Bruun, 2009, p. 375). En la Península de Yucatán, este sistema ha sido perfeccionado por los mayas durante miles de años, impartiendo una estética material e inmaterial, propia de la cultura, que no sólo expresa las especificidades en sitio de la Península, sino también las formas particulares en que éstas han sido apropiadas, tal como lo demuestran recientes investigaciones acerca de los saberes constructivos propios de la arquitectura maya peninsular que (re)producen las casas y tablados tradicionales en conformidad a códigos de edificación no escritos (Sánchez Suárez y Vizcarra de los Reyes, 2017; Sánchez Suárez, 2015). Sin embargo, el patrimonio arquitectónico maya no se limita a viviendas y tablados, sino que es inseparable de la arquitectura maya de paisaje, basado en el proceso de intervención y regeneración, que precede por milenios las metodologías desarrolladas y promovidas por Frederick Law Olmsted, pionero de la arquitectura de paisaje del Siglo XIX.