SUMMARY
La figura del bandido generoso ha permanecido durante siglos en el imaginario colectivo popular, pero será Diego Corrientes (1757-1781), que no cometió delito de sangre alguno, quien mejor encarne ese mito. Frente a los violentos pliegos de cordel sobre asesinos natos como Francisco Esteban o Pigetas, la popularidad de este personaje supuso un punto de inflexión en la narración de estas historias, donde la leyenda parece ganar la batalla a la realidad. Los relatos de arrogantes criminales dieron paso a los dramas sociales de héroes de intachable moral, que se ven abocados a una vida fuera de la ley como víctimas de las injusticias que les ha tocado afrontar. Este nuevo modelo se impondrá en la literatura popular de los últimos bandoleros como Pernales (1879-1907), a pesar de su infame vida.