SUMMARY
La música, en la reflexión estética romántica, tiene la capacidad para apelar directamente a los sentimientos (Schopenhauer) e introducir un elemento de disolución (un ejemplo es el éxtasis disolutivo que experimenta Nietzsche frente al Tristán e Isolda y que él llamará la experiencia de lo trágico): un modo de expresar otras regiones, más sutiles, de lo real, desde una especie de racionalidad aumentada, liberada de los determinantes referenciales –pseudo intelectuales– del signo, potenciada desde su estallido. Lo que expresa la música es inteligible sin que ello signifique “unívoco” sino, en todo caso, multívoco, líneas de sentido rizomáticas. Diremos que lo musical es ese elemento de nuestra intelección y de estos poemas, en tanto nivel de análisis, que se resiste a la determinación reduccionista de un signo anclado estrictamente a un referente o concepto, que subvierte el lenguaje mismo de la definición lógico-causal.