SUMMARY
Desde el primer caso conocido, en la Atenas del siglo V a.C, a nuestros días una larga y variada historia de juicios pusieron a la literatura en el banquillo de los acusados. En esos procesos, el sistema legal de cada época intenta definir qué es lo socialmente aceptable en el arte y la literatura de ese momento de acuerdo a las leyes, pero también respondiendo a las representaciones y expectativas de cada sociedad sobre el rol y el poder simbólico del escritor. Este artículo examina dos juicios que tuvo que enfrentar Ricardo Piglia a raíz de su novela Plata quemada –uno de ellos él solo en tanto escritor; el otro junto con los editores y el Grupo Editorial Planeta– y analiza cómo las teorías y políticas de la literatura ingresan al campo legal y no solo convierten esos juicios en escenario de discusiones estéticas sino que además logran refractar mecanismos judiciales e imponer los suyos fuera de su propia inmanencia.