SUMMARY
María Tapia es Senior Research Associate en la Universidad de Miami, además de Entrenadora Maestra y Supervisora Clínica del programa Familias Unidas, de la misma universidad, el cual se centra en evidencia científica para prevenir comportamientos riesgosos en jóvenes hispanos. En esta entrevista dialoga en torno a las habilidades necesarias para la especialidad del trabajo social clínico, realizando cierta distinción respecto de otras disciplinas, en especial de psicología en el ejercicio práctico. Explica también sus consideraciones respecto de la implementación de intervenciones basadas en la evidencia por parte de profesionales de trabajo social.El trabajo social clínico es una línea de especialización de la profesión que ha evolucionado a lo largo del tiempo en Chile. En su origen su objetivo fue mejorar las condiciones sanitarias de la población, desarrollándose en contextos hospitalarios y de salud mental con un fuerte énfasis en el trabajo de casos y de familia, entre las décadas de 1920 y 1950 (Aylwin y Solar, 2011; González, 2010). Durante la época de la “Reconceptualización”, entre 1965 y 1973 aproximadamente, hubo una preponderancia del trabajo social con comunidades, con una fuerte crítica al trabajo social de casos como un ejercicio para el control social, desde una perspectiva funcionalista que no cuestionaba el status quo (Aylwin y Solar, 2011; Cuevas, 2010). Este movimiento se desarrolló con mayor fuerza en el ámbito académico, mientras que desde el Colegio de Asistentes Sociales se relevaba el ejercicio de la profesión desplegado hasta ese momento (Aylwin, 1995). Sin duda, esta época establece la reflexión profesional desde una mirada contextual y política que enriquece el tradicional trabajo de casos. Luego de la irrupción de la dictadura cívico militar en 1973 y la consecuente violación a los derechos humanos en el país, los profesionales comenzaron a implementar intervenciones psicosociales terapéuticas de acompañamiento a los familiares de víctimas y de reparación (Aylwin, 1995; Cuevas, 2010). La recuperación de la democracia trajo consigo una revalidación de los principios y valores de trabajo social como la justicia social y el respeto a los derechos humanos dando mayor sentido a las reflexiones de la “Reconceptualización” que se interrumpieron con el Golpe Cívico Militar en 1973; junto con ello, los profesionales se siguen ubicando laboralmente en los programas gubernamentales sectoriales cuyo foco central de intervención son las problemáticas que afectan a las personas más vulnerables en instituciones de salud, protección de la infancia, cárcel y municipios (Quiroz, 2000).