SUMMARY
El Real Ejército de la Frontera de Chile tenía deficiencias estructurales en su organización y financiamiento, el que no alcanzaba a cubrir el total de gastos que anualmente debían realizarse para su mantención. A raíz de lo anterior, cada año al finalizar el verano, alrededor de 100 soldados eran autorizados para ir por algunos meses a la jurisdicción de la ciudad de Santiago en busca de caballos, víveres y sirvientes. Otros, más del triple de los autorizados, lo hacía sin licencia alguna y solo confiando en la tolerancia de sus superiores. Estas salidas y su regreso se convertían en verdaderas campañas de pillaje, en las cuales los soldados robaban estancias, asaltaban a los viajeros y raptaban indios para esclavizarlos y venderlos. Ello, y los inútiles esfuerzos de las autoridades monárquicas por evitar y reprimir estos hechos, así como las consecuencias de los mismos, son analizados en este artículo.